viernes, 23 de febrero de 2018







—La trenza-- Ana María Caillet Bois—

Cuando sonó la campana, todos formamos una fila para entrar al aula. Llevo escondida en mi portafolios mi muñeca de goma y a la noche cuando me acuesto charlamos. Delante de mí se sienta una niña que no conozco. Se llama Etelvina y tiene una trenza tan larga y tan gruesa que llama mi atención.
Estoy aburrida, veo la trenza de Etelvina y juego que es una hamaca, una hamaca que vuela tan alto, tan alto que casi, casi me resbalo. Desde ahí veo a  mis compañeros chiquitos y yo crezco hasta tocar el techo, me convierto en un mosquito y paseo por todos los pupitres.
Una goma de borrar se rompe, no importa, total sigue borrando. Viajo en la trenza de Etelvina y el sonido de la campana me alerta.
¿Cómo, ya hay que volver a casa?
Me gusta cuando la campana me habla con su voz gruñona.